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miércoles, 15 de febrero de 2012

¿El Espíritu Santo por medida?

¿Por qué la mayoría cristiana todavía no recibió el Espíritu Santo si Él ya fue enviado?
¿Qué es lo que ha impedido que sea sellada con el Espíritu Santo?


¿Ausencia de fe? ¿De méritos? ¿Dedicación total?
Hay muchas razones.
Creo que la mayor barrera para el descenso del Espíritu Santo ha sido la falta de entrega total.
El recibimiento de Él significa Su Totalidad o Plenitud.
Quien está dispuesto a recibirlo tiene que estar dispuesto a sacrificar toda su vida.
Es Todo de Dios por todo de ella.

Infelizmente, no todos están realmente dispuestos a renunciar a su vida o a sus pecados.
Aceptan a Jesús como Salvador, pero no Lo quieren como Señor.
Quieren gozar de la vida libremente. Sin ningún compromiso serio con nadie. Inclusive con Jesús.

No podemos ver esa realidad en el exterior de la persona, pero el Espíritu Santo escudriña el interior humano.
Esa postura íntima caracteriza la ausencia del Espíritu de Dios.
La persona finge que el Señor Jesús es Señor y Salvador de su vida.
Finge que Le es fiel. Finge ser espiritual. Finge que Lo busca. Finge que es de Dios. Finge, finge y finge…
Termina un año, empieza otro, y ella sigue fingiendo.

En el medio político, lo que se dice es: usted finge que va a cumplir su palabra y yo finjo que creo. Y cada uno se arregla como puede.
Claro que el Espíritu de Dios no finge que cree en la entrega de las personas. Pero, como conoce lo más profundo del interior humano, Se entristece.
En compensación, el diablo disfruta.
Y la vida de la persona sigue atada indefinidamente.

Está en la Iglesia, es diezmista, hace votos, oraciones, llora, pero no renuncia a su libertad de pecar.

Jesús dijo: El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.” Juan 3:36

Obs.: Creer, en el original bíblico, significa entregarse de cuerpo, alma y espíritu, incondicionalmente.

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Publicado por: Obispo Edir Macedo